Jesús no necesitaba de nadie para realizar el milagro, pero quiso enseñarnos que para que este ocurra, tenemos que despojarnos de algo, es imprescindible que colaboremos.
Que sientan que nada es imposible para Él y que con sólo poner nuestros “cinco panes y dos peces”, Él obrará en nosotros y sucederá el milagro.
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